23 enero 2007

 

Responsabilidades por la destrucción del patrimonio histórico. Bravo, Melcior Comes. La verdad está en el vino. Siempre Miró

Francesc Fiol debe estar pasando alguna vergüenza. Yo la pasaría si por incuria de mi departamento hubiesen desaparecido dos artesonados mudéjares del siglo XIV. Ambos fueron rescatados (comprados) en su día, al parecer sólo para quedar almacenados en condiciones muy dudosas durante lustros hasta llegar al desastre actual. Los propietarios del local incendiado (Ayuntamiento) y del material destruido (Govern y Ministerio de Cultura) deben propiciar las investigaciones necesarias. En otro país ya estarían rodando cabezas.

¿Qué dirá al respecto Carmen Calvo? Cuando era consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, el Palacio de Buenavista, edificio del siglo XVI destinado a albergar lo que actualmente es el Museo Picasso Málaga, sufrió un incendio que arruinó un artesonado. Entonces el PP malacitano acusó a la consejera de negligencia. La hoy ministra de Cultura debe pedir explicaciones por la pérdida de una valiosa pieza patrimonial de la que su ministerio era titular.

Melcior Comes ha recibido el Premio Ciudad de Palma por El llibre dels plaers immensos. Hace un año señalábamos al jovencísimo autor como novelista de raza, uno de los mejores escritores vivos en catalán y, desde luego, la mayor promesa actual de las letras en esta lengua. Esta convicción mía choca frontalmente con mi recuerdo de una brillante charla de Comes en la última Semana del Libro en Catalán: seis oyentes, familia incluida. Qué país...

Fran Reus inaugura el jueves 25 una exposición en homenaje al vino. Para titularla recurre al acertado proverbio de Alceo: In vino veritas. Participan en la muestra (y en la interesante cata con que se inaugurará) numerosos artistas de la casa: Damià Ramis, Joan Ávila, Óscar Florit, José Aranda, Luis Maraver, Crespí i Alemany, Paco Cañas, Pere Adrover, Malena, Oscar Amores, Toni Mandilego, Velcha Vélchev, José Márquez, Riva Rapoport, Leo de Palma y Mercadal. ¡Salud!

Joan Miró es una afortunada presencia en Mallorca. Vuelve a cada rato, y esto supone un precioso regalo para los que llegamos a la isla después de su partida. Es domingo: en Santa María del Camino hay mercadillo, incluida la tienda de Santa Maria Sense Fronteres. Y uno encuentra allí una joya: el catálogo de la exposición-homenaje Miró 80 (Palma, 1973). Más de cien artistas celebraron entonces el cumpleaños del pintor; todavía asombra la nómina.