06 febrero 2007

 

Barceló, el deán y la capilla. Calatrava, teórico. Mejía-Guinand en Palma. El noticiario de Rafel Sancho (siglo XVII)

Ni a Miquel Barceló le hacía falta la capilla del Santísimo en la Catedral de Palma para pasar a la historia del arte universal, ni tampoco la Seu necesitaba la intervención del felanitxer para seguir siendo ese edificio sublime que es, monumento a la religiosidad medieval y al más elevado genio humano. Por ello no se entiende el dilatado cruce de regateos, mezquindades, incomprensiones y recriminaciones entre el artista y algún notable del cabildo catedralicio.

Joan Darder, deán de la Catedral, no ha sabido esperar tras la inauguración de la obra para publicar a los cuatro vientos declaraciones muy críticas en varios medios de prensa, descalificaciones personales contra el artista incluidas. Las discrepancias son lógicas desde el momento en que voluntariamente se le hace el encargo a un ateo declarado; y también son sanas. Pero ¿no parece que el deán tenía unas ganas demasiado imperiosas de desahogarse? Muy poco elegante.

Santiago Calatrava no es sólo un artista y un técnico magnífico, sino también un teórico brillante. En la rueda de prensa que precedió a los actos de inauguración encajó con naturalidad alusiones a la polémica desatada en torno al emplazamiento de su Bou, y también salió al paso de alguna pregunta ingeniosa con un verdadero despliegue de conocimientos teóricos, citas de los clásicos y de los no tan clásicos y una claridad de ideas encomiable.

Francisco Mejía-Guinand es uno de los artistas que, con motivo del tercer aniversario de Es Baluard, han donado una de sus obras al museo. El colombiano afincado en Nueva York proyecta pasar el verano de 2007 en Mallorca, en algún lugar de la Part Forana todavía por determinar, y desde aquí cumplir con sus compromisos europeos para el segundo semestre. No es mala estrategia plantar cuartel general en Mallorca para dar el salto a Europa.

Margalida Bernat y Jaume Serra –vamos a cambiar de tercio tras una semana absorbida por la plástica– merecen mención en estas líneas. No escasean precisamente las publicaciones sobre historia de Mallorca, muchas de ellas interesantísimas; pero el noticiario personal de Rafel Sancho, que estos dos historiadores han editado con Lleonard Muntaner, es de una frescura y una fidelidad notables. Lectura obligatoria para el que esté interesado en una visión plenamente intrahistórica del siglo XVII mallorquín.